martes, 21 de abril de 2009

Desgranando el humor (II): Cinismo y sarcasmo

Hoy hablaremos de cinismo y sarcasmo, dos recursos retóricos no exclusivos del humor pero relativamente frecuentes en el mismo.

El cinismo moderno

La definición moderna de cinismo es:
"1. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
2. Impudencia, obscenidad descarada."

El ámbito en el que podemos encontrar un mayor número de ejemplos de cinismo es la política. Podemos recordar cómo hubo quién nos habló de "hilillos de plastilina" o de quién nos habla de "desaceleración económica" en lugar de crisis.

En el ámbito de la gerontología también encontramos algunos ejemplos de cinismo, como por ejemplo las recientes declaraciones de Arzalluz, diciendo que cuando ETA amenaza al nuevo lehendakari socialista es porque en realidad quiere ayudarle por el apoyo que va a recibir en España "simplemente porque le ha amenazado ETA".

Ahora que está reciente la Semana Santa, también podemos encontrar grandes ejemplos de cinismo en sus tradiciones: el indiscutiblemente estremecedor y bello espectáculo de sus imágenes, su música y su magnífica orfebrería eclipsa totalmente cuanto de religioso pueda haber en su trasfondo, lo cual no es de extrañar pues la Semana Santa no es más que la apropiación por parte de la Iglesia Católica de ancestrales ritos paganos relacionados con el cambio de estación (otro día hablaremos de la Navidad). Tanto lujo, tanta ostentación, tanto engalardonar las calles "para recibir a tal Cristo o a tal Virgen", me traen a la mente el siguiente texto, extraído de la Biblia, Epístola de Santiago, cap. 2, 1-7

Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado. Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: "Tú, siéntate aquí, en un buen lugar"; y en cambio al pobre le decís: "Tú, quédate ahí de pie", o "Siéntate a mis pies". ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?
Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman? ¡En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre! ¿No son acaso los ricos los que os oprimen y os arrastran a los tribunales?
¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido invocado sobre vosotros?


Tristemente, bajo la palabra "cinismo" se oculta la acepción original, que hoy es muy desconocida. Los ejemplos anteriores, en relación con la concepción moderna del cinismo, tienen más en común con la hipocresía (hipocresía: el acto de preconizar cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que en realidad se tienen) que con el cinismo primitivo.

El cinismo original

Los cínicos (del griego κυων kyon, "perro") fueron una escuela de pensamiento fundada por Antístenes en la segunda mitad del siglo IV a.C. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.

Las tres características de los pensadores de la escuela cínica son: anaideia, parresía y adiaforía.

Anaideia: palabra griega cuyo significado es desvergüenza, provocación o irreverencia. Es la característica que motiva la comparación de estos sabios con los perros. “Los perros viven junto a los hombres, pero mantienen sus hábitos naturales con total impudor”: de esta manera, había cínicos que no tenían ningún reparo en masturbarse, defecar o copular en público.

Parresía: del griego παρρησία (παν = todo + ρησις / ρημα = locución / discurso) que significa literalmente "decirlo todo" y, por extensión, "hablar libremente", "hablar atrevidamente" o "atrevimiento". Implica no sólo la libertad de expresión sino la obligación de hablar con la verdad para el bien común, incluso frente al peligro individual.

Adiaphoría: Significa indiferencia. Iban descalzos y vestían con extrema austeridad, llevaban barba e iban desaliñados. Su actitud era rupturista y provocativa, al margen de modas y convencionalismos. No obstante, no eran ermitaños que se retiraran al monte o al desierto, sino que eran seres eminentemente urbanos y visibles. Esta indiferencia a las normas sociales es lo que, a simple vista, los diferenciaba más del resto de mortales.

Es decir, que los cínicos eran gente que detestaba los convencionalismos sin importarles caer en provocaciones, que no tenían miedo a decir lo que consideraban que era la verdad aún poniendo a riesgo su propia vida, en definitiva, eran amantes de la libertad de pensamiento en grado superlativo. Es fácil encontrar en el mensaje y en el comportamiento de Jesús de Nazaret influencias de esta escuela de pensamiento (y otras).

¿Y cómo ha llegado esta palabra a pervertirse tanto que significa poco más que un insulto? ¿Cómo ha llegado a significar casi lo mismo que hipócrita?


El sarcasmo

Para intentar satisfacer la anterior cuestión, acudamos a la definición de otra palabra, también de origen griego: sarcasmo.
Según la RAE, el sarcasmo es una "burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo". Atribuyen (erróneamente, probablemente sea de Newton) a Oscar Wilde la definición del sarcasmo como "una de las más bajas formas del humor, pero la más alta expresión de ingenio". En definitiva, podemos decir que el sarcasmo es un hijo de la ironía con muy mala idea, una escopeta recortada escondida bajo la capa y una hermosa sonrisa.
Etimológicamente, la palabra "sarcasmo" viene del griego, donde significa algo así como "cortar un pedazo de carne de alguien de un bocado", aludiendo probablemente al doloroso efecto que tiene este recurso en la persona burlada. La metáfora es muy gráfica: arrancar una parte de alguien aunque sea a dentelladas y mostrársela a los demás para escarnio público.

Y volvamos a nuestra anterior pregunta sobre el cambio de significado de "cínico".
Probablemente la primera persona que llamó "cínico" en el sentido de "hipócrita" a alguien que preconizaba la austeridad, la libertad de expresión y la insubordinación a los convencionalismos, pero que vivía en la opulencia como fiel lacayo del poder establecido, realizó un ejercicio de sarcasmo fuera de toda medida. Probablemente esa persona conocía perfectamente el significado de "cínico". Por cierto no se me ocurre qué estamento sería la diana de esos dardos.

La simple existencia de algo remotamente parecido al cinismo original es un enemigo latente para cualquier régimen, sea cual sea su cariz. De este modo, el cinismo perdió su denominación exclusiva, y así, al más puro estilo orwelliano, desaparecida o alterada la palabra, desaparecía la realidad asociada.

Y dejo al lector la libre interpretación de este post como un texto cínico o sarcástico.



Véase también:
Desgranando el humor (I): La ironía
Desgranando el humor (III): La repetición



3 comentarios:

Dani Ramírez dijo...

Por eso me jode que alguien use la palabra cínico para insultar.

Me ha encantado el texto, señores.

Saludos.

Burgomaestre dijo...

"En el ámbito de la gerontología también encontramos algunos ejemplos de cinismo, como por ejemplo las recientes declaraciones de Arzalluz..."

Una pincelada perfecta.

Andrés Granados dijo...

Excelente el artículo.