Un determinado chiste o gracieta repetido en el momento justo puede despertar la hilaridad del público. Por ello, un recurso muy usado en el mundo de la comedia es la repetición. Sin embargo, si se fuerza mucho la gracia se rompe. Los checos nos mostraron lo mejor y lo peor de la repetición cómica, como queda patente en el ejemplo de hoy:
LA DEFENESTRACIÓN DE PRAGA
Todo comenzó en el año 1419, cuando una marabunta entró en el ayuntamiento de Praga. El tumulto checo, sin duda precursor de las chirigotas, demostró su gran sentido del humor arrojando a siete nobles por la ventana. Los siete murieron, pero ese fue un pequeño peaje que hubo que pagar a cambio de uno de los mejores gags de Centroeuropa: la primera defenestración de Praga.
En 1618 la Bohemia necesitaba urgentemente la risa: ¡les habían puesto un emperador católico y Habsburgo! Los gentileshombres checos de la época pusieron sus cabecitas a pensar y llegaron a la conclusión de que la mejor forma de conseguir la diversión del público era repitiendo lo que ya habían hecho. Aprovecharon la visita de dos embajadores católicos y su secretario Fabricius (nombre verídico) para arrojarlos por la ventana del castillo. Como llevaban casi dos siglos sin ensayar, el final les quedó flojito, pues los tres sobrevivieron, pero lo hicieron gracias a que cayeron sobre un montículo de estiércol.
El jolgorio entre los protestantes (esos cachondos) fue elevado. Sin embargo, a los católicos, más reacios a la risa fácil excepto con los chistes de rabinos, este acto les disgustó. Así que la segunda defenestración de Praga desembocó en la Guerra de los Treinta años.
Obviamente, como todo evento reseñable del siglo XVII, este mágico momento tiene su propio grabado.
El hecho de que dicha guerra esquilmara un tercio de la población europea no pareció detener las ganas de guasa, y en 1948 el Ministro de Asuntos Exteriores checo fue hallado muerto bajo una ventana abierta. El humilde escritor de estas palabras tiene la teoría de que el autor de la tercera defenestración de Praga fue José Mota.
Y es que, amigos, si repites mucho una gracia se termina agotando.
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sábado, 25 de abril de 2009
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1 comentario:
Yo si viviera en Praga pondría rejas en mis ventanas. Y luego dicen que los centroeuropeos son listos... JÁ
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