En fechas de premios cinematográficos, una vez más dedicamos una entrada a premios "peculiares" relacionados (más o menos, y más menos que más) al avance de la ciencia y la tecnología.
Esta vez nos vamos a referir a los Darwin Awards. Estos premios, cargados de mucho humor negro y una pizca de mal gusto, premian a aquellos individuos, que al perecer, accidentarse o estirilizarse accidentalmente, siempre de manera estúpida, según las tesis de Darwin, "mejoran la especie humana".
Los requisitos para poder acceder al galardón son los siguientes:
1. El candidato debe estar muerto o haber quedado estéril. Pienso que de esta forma se ahorran un montón en entrega de estatuillas.
2. Asombrosa falta de sensatez (o plenitud de estupidez).
3. Causar la muerte de uno mismo. Así pues, matar a alguien con una granada no te hace candidato, pero sí matarte a tí mismo mientras fabricas una casera.
4. La persona debe estar en su sano juicio (o cercano al límite).
5. El acontecimiento debe ser verificado.
Por citar algunos de los ejemplos más curiosos (y menos desagradables) podemos encontrar los siguientes:
28 de agosto de 1998: Un hombre de 28 años (con pelos en los huevos negros casi canosos) de Mount Clemens, Míchigan (EEUU), jugaba con amigos a quién podía contener la respiración por más tiempo bajo el agua de una piscina. Ganó, aunque se le quitaron las ganas de celebrarlo.
12 de junio de 1998: En marzo, tres hombres que habían estado excavando en una montaña por casi un año, supuestamente para encontrar y robar un sepulcro de la antigua Dinastía Han en la provincia de Shandong, en China, murieron por los gases tóxicos que había en la tumba.
13 de mayo de 2008: (Suiza). Un joven suizo murió al caerse del balcón de su hotel durante una competición de escupitajos con un amigo. Tomó carrerilla desde el interior de su habitación para escupir más lejos, pero perdió el equilibrio y se precipitó a la calle desde una altura de 6,4 metros.
Uno reciente y seguramente conocido por todos es el caso del sacerdote brasileño Adelir Antonio de Carli, de 42 años, que murió cuando intentó volar atado a mil globos de cumpleaños inflados con helio desde la ciudad de Paranaguá con destino a Dourados. Llevaba un transmisor para comunicarse con la gente de tierra y un GPS, pero las baterías del transmisor se le acabaron rápidamente porque había olvidado ponerlo a cargar la noche anterior. En la última comunicación que se le recibió decía que no sabía como se usaba el GPS.
Como decíamos antes, no es necesario morir para ser homenajeado en estos premios. Ejemplo de esto es un hombre, que en 1988 se inyectó cocaína en los genitales para tener una relación sexual mucho más duradera con su compañera. El pene se quedó erecto durante tres días que pasó el hombre en el hospital (más el tiempo que llevaría dale que te pego) sin poder orinar. Tras esto, derrepente, el Gran Emperador bajó de su pedestal perdiendo las "colonias", y tuvo que ver su cabeza en la guillotina (hasta con eufemismos hace a uno encogerse de repelús).
En fin señores, que todo esto te hace pensar en la importancia de "una muerte digna".
domingo, 8 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Además de los citados, me hacían especial gracia otros 3 premios que leí hace tiempo (en su web aparecen todos ordenados por año).
Uno es de un inglés (creo) que apostó cortarse los *ejem* si su equipo ganaba. Ganó. Fue a su casa, cumplió su promesa, y acudió al lugar donde estaba viéndolo para demostrarlo con ellos en las manos o.O Así que estéril, y premio Darwin.
Otro se lo otorgaron a un pastor que murió al caer a un pozo cuando intentaba sacar a una de sus ovejas, que había caído antes que él. El tercero es para un amigo del pastor, que también murió al caer al pozo tratando de sacar al pastor. La oveja sobrevivió.
Os remito a la cancion de def con dos titulada 'panico a una muerte ridicula'
Publicar un comentario