viernes, 1 de mayo de 2009

Día del trabajador del humor

Hoy, primero de mayo, es una buena ocasión para recordar el discurso que Karl Marx dio a los cómicos más humildes exhortándoles a emanciparse:


" Trabajadores del humor:

Es un hecho notabilísimo el que las risas de las masas no hayan aumentado desde 1848 hasta 1864, y, sin embargo, este período ofrezca un desarrollo incomparable de los cigarros explosivos, las bombas fétidas y las tartas. En 1850, un órgano moderado de la burguesía europea bastante bien informado, pronosticaba que si los linchamientos de cómicos ascendían a un 50%, el humor lo agradecería. Pero, ¡ay! el 7 de abril de 1864, el Canciller de Chistes y Humorismos cautivaba a su auditorio parlamentario anunciándole que el salario de los cómicos había ascendido en el año de 1863 «a 443 zanahorias, una cantidad sorprendente, casi tres veces mayor que en la época, relativamente reciente, de 1843». Al mismo tiempo, hablaba elocuentemente de la risa. «Pensad —exclamaba— en los que viven al borde de la miseria, en los salarios... que no han aumentado, en la vida humana... que de diez casos, en nueve no es otra cosa que una lucha por la existencia. ¿No es eso gracioso?».

No dijo nada de los carlistas, que en el Norte de su país son remplazados gradualmente por las máquinas, y en el Sur por pastizales para ovejas, aunque ni a las máquinas ni a los pastizales les siente tan bien la chapela roja. Y aunque el humor disminuye en este desgraciado país, lo hace con menos rapidez que los carlistas.

Tampoco repitió lo que acababan de descubrir, en un acceso súbito de terror, los más férreos enemigos del humor “british”: Cuando el pánico producido por los imitadores y las parodias políticas adquirió grandes proporciones, la Cámara de los Lores ordenó que se hiciera una investigación y se publicara un informe sobre las personas que habían comprado ridículas pelucas blancas rizadas para encarcelarlos. La verdad salió a relucir en el voluminoso Libro Azul de 1863, demostrándose con hechos y guarismos oficiales que los peores criminales condenados, los presidiarios de Inglaterra y Escocia, trabajaban muchos menos y estaban mejor alimentados que los cómicos de esos mismos países. Así que en vez de encarcelarles les condenaron a seguir trabajando.

El Canciller de Chistes y Humorismos prosiguió, exclamando con acento de verdadero éxtasis: «Desde 1842 hasta 1852 los chistes de rabinos aumentaron en un 6%; en ocho años, de 1853 a 1861, aumentó ¡en un 20%! Este es un hecho tan sorprendente que casi es increíble... »

¡Sin embargo, echad una ojeada en el Libro Azul al informe del señor Tremenheere, sobre las "Quejas de los oficiales panaderos"! Se levantan todos los días a las cinco de la mañana y se les queda la punta de la nariz blanca por la harina, pero nadie lo aprovecha para hacer chistes a su costa. Este hecho probablemente se deba a las condiciones de decencia perdida, de moral vilipendiada y de ruina intelectual en las que se está produciendo el humor.

Después alguien sacó a colación el “Informe de la Comisión para examinar el trabajo de los niños”, pero el Canciller de Chistes y Humorismos y los parlamentarios vieron que esto no tenía nada que ver con el humor, así que comenzaron a tirarse tartas a la cara para volver a encauzar la conversación.

Voy a concluir, porque tengo el caballo aparcado en doble fila. Tras tantos años de trabajo, ¿nos vamos a conformar con las sobras que deja la aristocracia del humor que vive de su pasado y de las risas enlatadas, las sobras de esas vacas sagradas carentes de gracia protegidas por los medios? La emancipación de la clase humorista exige vuestra fraternal unión y colaboración.

¡Cómicos de todos los países, uníos! "

Karl Marx


5 comentarios:

PaDi dijo...

Se le ha tenido que quedar la barba pringada de bizcocho. Revolucionario a la par que sensual

davidlo dijo...

Es un discurso realmente erótico.

Burgomaestre dijo...

¿Sensual? ¿Erótico?

Lo mismo me he confundido y este texto es un extracto de una novela de Corín Tellado

PaDi dijo...

O de Danielle Steele

Anónimo dijo...

Yo sabía que Karl se había preocupado de aquello que todo el mundo deja de lado. ¡Por fin alguien piensa en los niños!